La Grafología como Test Proyectivo Gráfico
Plasmar en un soporte papel en blanco
nuestra impronta personal, es decir, nuestra escritura, para muchos será un
acto que no trasciende más allá de expresar un lenguaje mediante las palabras;
para los grafólogos, peritos calígrafos y otros expertos en las llamadas “ciencias
del grafismo”, plasmar nuestra escritura en un soporte físico, no deja de ser
un test proyectivo gráfico. Nuestro inconsciente puede salir a la luz reflejándose
a partir de la exteriorización simbólica mediante dibujos y también de la
escritura. De hecho, nuestro "test proyectivo" se inicia en la
etapa pre-caligráfica, donde se va forjando la capacidad de movimiento
grafoescritural que cada uno tiene; a medida que se educa, modela y diseña la
capacidad de escribir (etapa caligráfica), la persona aprende un conjunto de
herramientas que le servirán para forjarse como persona. Estas
herramientas, tienen una intencionalidad latente: ¿porque los maestros de
Primaria enseñamos a los alumnos con pautas escriturales? ¿Por qué se insiste
en dejar ciertos márgenes, distancias entre palabras, distancias entre
líneas,...? ¿Por qué se enseña a escribir con una inclinación recta de las
letras?
Todo ello, tiene una respuesta clara: la
educación de los alumnos en el equilibrio conductual (rectitud de las líneas,
inclinación de las letras,...), en el orden de sus tendencias y necesidades
(distribución correcta del texto en el papel), formas curvas (caligrafia) para
la fácil adaptación al medio, a su entorno, para la facilidad de trato.
Todo tiene una intencionalidad; los
maestros sabemos que la persona necesita una educación integral, y eso, se lleva
a cabo mediante protocolos pedagógicos dentro del aprendizaje de la
lectoescritura.
La escritura sirve de herramienta para
educar, no solo para saber expresar lenguaje, sino también para plasmar de un
modo “micro”, nuestra personalidad.
Christian Mòdol Garriga
Perito Grafólogo, Grafoanalista y Docente
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